Andrés Pérez Araya |
El Día Nacional del Teatro se conmemora por Ley
desde el año 2007, cada 11 de mayo en honor al nacimiento del
reconocido director teatral Andrés Pérez Araya (1951 – 2002), quien
desde los años 80 incorporó elementos del teatro callejero, la pantomima
y el circo a los espectáculos teatrales. Fue fundador del Gran Circo
Teatro y director de su reconocida obra La Negra Ester,
ícono del teatro chileno. Sin duda su trabajo vino a revolucionar el
teatro en el país, pero lo que más destacan quienes lo conocieron y
tuvieron la oportunidad de trabajar con él, fue su pasión y entrega, su
convicción de acercar el teatro a la gente, un teatro con compromiso
social.
Así mismo, la historia del teatro chileno cuenta en sus albores, sobre todo a principios del siglo 20 con un importante aporte a la creación propia de dramaturgia local, que en cierta manera, quisieron escindirse de las tendencias de la época muy influenciada por obras europeas, de escasa calidad artística y temática mas bien de divertimento. Es el caso de Antonio Acevedo Hernández, Armando Moock y Germán Luco Cruchaga, quienes abordaron temáticas del sensibilidad social, describiendo en escena las miserias que sufren los sectores populares, así como las de las clases sociales media y alta de la época describiéndonos unas realidades poco asumidas por la escena con que contabamos.
En sus vaivenes el teatro chileno desde sus insipientes intentos de conseguir identidad como arte nacional, viene a dar un salto significativo a partir de la década de los años 1940 con la apertura de la Universidad al teatro como área de desarrollo de las artes y aporte al país a través de la formación de actores, directores, técnicos, puesta en escena de obras bajo parámetros elaborados con sustento teórico y el empeño de formar al público en la cultura del teatro clásico como contemporáneo.
Pedro de la Barra García |
En ésta importante labor tiene un claro y definido rol reflejado en la figura de Pedro de la Barra quien ingresó al Instituto Pedagógico como alumno de Castellano. Fue aquí donde consolidó su vocación teatral, y fundó junto a
otros alumnos el Conjunto Artístico del Instituto Pedagógico, Cadip.
Fue uno de los fundadores del Teatro Experimental de la U. de Chile (1941), junto a otros destacados artistas como Ricardo Morales, Domingo Tessier, Bélgica Castro, los hermanos Héctor y Santiago del Campo y Pedro Orthous. Éste fue el antecesor del Teatro Nacional Chileno.
De la Barra estuvo en el centro de esta labor, y fue capaz además de concitar el apoyo de la Universidad de Chile, y de convocar a muchos actores talentosos a este nuevo proyecto y que posteriormente desemboca en la creación de de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile a cargo de Agustín Siré. Lo mismo sucede en otros centros de estudios, principalmente en la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Concepción.
Desde ese momento y hasta 1973 surgen creadores y realizadores teatrales de señera carrera en las tablas nacionales. Fernando Cuadra, Hernán Millas, María Elena Gertner, Luis Alberto Heiremans, Gabriela Roepke, Miguel Frank, María Asunción Requena, Fernando Debessa, Egon Wolff, Sergio Vodanovic, Isidora Aguirre, Jorge Díaz, Alejandro Sieveking, Víctor Jara, Jaime Silva, Raúl Ruiz entre otros.
"Después del golpe de Estado de 1973, todo el orden cultural alcanzado se subvirtió. El teatro, así como toda la actividad del país, sufrió un fuerte impacto y por casi un año no existió actividad teatral. El teatro del régimen militar promovió montajes de autores clásicos y algunas comedias musicales de costosa producción y escaso valor estético; surgieron compañías de "café-concert" que utilizaron elementos y recursos como el show y el espectáculo de cabaret."
"Hacia 1975, comenzó a articularse un incipiente movimiento de teatro independiente no subvencionado, que intentó rescatar una expresión nacional y popular. Surgieron compañías como Imagen, Teatro del Ángel, La Feria, Taller de investigación teatral, Teatro Universitario Independiente, entre otras. De este modo, la actividad teatral volvió a ocupar todo el territorio con temas y problemas de las relaciones humanas, del trabajo, de la crisis económica y la violencia, a través de un lenguaje indirecto, pleno de sugerencias y cargado de humor negro. A pesar de que éste período se caracterizó por la creación colectiva de los grupos teatrales, este renacer también alcanzó a los dramaturgos, entre los que destacan Juan Radrigán, en Chile, y Jorge Díaz, en el exilio."
"A mediados de la década de 1980, el teatro nacional desarrolló una intensa actividad en distintos rincones del territorio con una valiosa acogida del público. La actividad teatral de este período se nutrió de las nuevas experiencias y aprendizajes que trajeron artistas que regresaban del exilio. De este modo, aparecieron Andrés Pérez y El Gran Circo Teatro, Ramón Griffero y El Troley, Mauricio Celedón y Teatro del Silencio, Alfredo Castro y Teatro La Memoria, La Troppa, por mencionar algunos. Desde este momento y hasta la recuperación de la democracia en 1990, el teatro nacional diversificó los temas y dio espacio a la experimentación."
En la actualidad la importancia del teatro sigue aportándonos una perspectiva crítica de nuestra sociedad así como el rescate de elementos velados en la vorágine de relaciones sociales y sus complejidades. Ésta manifestación artística tiene un gran rol para la sociedad y su cultura, donde todos sus componentes, incluido el público, somos partícipes.
Fuentes
Memoria Chilena
Universidad de Chile
Ministerio de Culturas, las Artes y el Patrimonio
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